La pregunta es tan provocativa, que hace que su respuesta sea imposible de responder sin incluir matices y esté acompañada de contradicciones. Supongo, que porque las respuestas generan polarizaciones, como normalmente ocurre en la vida cotidiana venezolana. Pero es que además, la respuesta a esta pregunta genera grandes tensiones entre los migrantes móviles y los migrantes inmóviles, entendiendo a cada uno de ellos, desde sus heterogeneidades y complejidades.
También la pregunta, genera más preguntas: ¿qué significa que Venezuela se arregló? ¿Se arregló para quién o para quienes? ¿Cómo podemos medir este “arreglo”? Y más complicado aún, ¿cómo podemos medir el arreglo de la crisis venezolana, como si se tratara de un parche o una escayola, de un conflicto complejo cuyos motivantes y factores son múltiples?
Para dar inicio con contundencia, mi respuesta es que no. Venezuela no se ha arreglado. Empiezo por el final, para luego incluir matices ¿vale?
Los motivos por los cuales esta matriz de opinión ha tomado una gran relevancia en las redes sociales, en las conversaciones de las personas de a pie, que luego ha llegado a los medios de comunicación y finalmente a llegado a ser tema de debate y problematización, tiene como trasfondo en una mejora económica que se ha producido muy lentamente por diferentes motivos y cuyas expresiones han sido evidentes debido a el resurgimiento de actividades de ocio como conciertos, grandes y opulentos bodegones, etc.
Por un lado, tiene como motivante, los procesos de dolarización, inicialmente transaccional, que las personas han puesto en funcionamiento, desde las bases, como estrategias de resistencias para mitigar los azotes de una hiperinflación que ha diezmado la capacidad de cambio del bolívar. En este aspecto, existieron, momentos claves que catalizaron los procesos de ser una moneda escasa y poco común a ser un hecho cotidiano, como por ejemplo los apagones nacionales de marzo de 2019 donde el efectivo era escaso, la ausencia de electricidad no permitía hacer transferencias ni hacer uso del punto de venta con las tarjetas, ante un escenario de dramática necesidad de acceder a bienes y servicios como agua, hielo, velas, entre muchas otras cosas, donde las personas optaron por sacar sus ahorros en divisas de diferentes tipos, oro, joyas, etc. Lo que finalmente conllevó a que dicho proceso de dolarización se normalizara, episodio que sirvió como episodio transformador de las nuevas y renovadas estrategias de resistencia y subsistencia, tanto materiales como inmateriales.
Por otro lado, esta incipiente dolarización transaccional pasó a ser aprovechado por las élites políticas y económicas (cuyos límites entre sí son bastante difusos), para así poder inyectar divisas cuyas procedencias tienen orígenes ilícitos según los distintos rubros que el chavismo ha permitido gestionar en el territorio venezolano. El Arco Minero del Orinoco (AMO) es uno de ellos (Cfr. Velazco, 2018), cuyo proyecto de megaminería ha servido para el blanqueamiento de dinero que finalmente ha sido reinsertado en efectivo en las principales ciudades del país y así sortear las sanciones internacionales. Generando así una dolarización de facto, donde la gran mayoría de las transacciones pasaron a ser en dólares (Cfr. Sutherland, 2019).
Frente a esto, el Estado inicialmente permaneció en un estado de quietud y enmudecimiento, no generó ningún tipo de política económica y opinión que aupara o rechazara el surgimiento de una economía paralela a espaldas del bolívar, como durante décadas prohibieron a través de la centralización de las empresas importadoras y grandes limitaciones de políticas cambiarias. Sin embargo, con el tiempo (entre 2020 – 2021) fue estableciendo de manera indirecta unas políticas de liberalización económica (Cfr. Rosales y Jiménez, 2021) que permiten las importaciones con el objetivo de llenar nuevamente los anaqueles de alimentos y medicamentos, lo cual resulta interesante de problematizar o debatir.
Pareciera que la mejora económica del país descansa en ese 4% de crecimiento del PIB que tanto se celebra. Sin embargo, hay que considerar, cómo se llegó a esa mejora porcentual en datos, que a nivel de vida cotidiana tiene otras lecturas.
Esa mejora porcentual del PIB se logró a partir de lo que el gobierno denominó “alianzas estratégicas) que resultó ser un eufemismo para indicar: 1) que se llevó a cabo una privatización sigilosa de aquellas empresas importadoras cuyos directivos están vinculados al gobierno, aumentando la estructura oligárquica militar, civil y política existente. 2) La dolarización económica ya explicada y 3) la liberalización de las importaciones. Dicho esto, se estima que las decisiones tomadas, junto con las formas en las que fueron implementadas, nos hablan de una “liberalización focalizada” (Rosales, 2021) donde, a pesar de proponer una liberalización, esta ha sido también restrictiva, puesto que existe una gran opacidad en relación a qué empresas privadas se les han dado dichas concesiones para llevar a cabo acuerdos comerciales con el Estado, como tampoco se tiene acceso a la información en relación en base a qué mecanismos o concursos de licitaciones se adjudicaron dichos negocios. Procesos que dan cuenta de unas estrategias políticas económicas que buscan garantizar ciertas libertades económicas para la población, factor que ha aliviado significativamente las asperezas sociales en la calle, y al mismo tiempo le permite al chavismo consolidarse en el poder. Dicho esto, se deja entrever que son decisiones circunstanciales, poco articuladas y sin potencialidades de mantenerse a futuro.
Evidentemente, hay aquí desplegados una serie de decisiones y dinámicas llevadas a cabo, que dan cuenta de una voluntad política frente a la crisis, que no hace más que confirmar la postura de que el origen y el mantenimiento de la crisis (desde 2014 hasta la actualidad) tiene una gran carga política.
Ahora bien, sostenemos que esta mejora es cuestionablemente relativa ¿el país se arregló para quién? La matriz de opinión “Venezuela se arregló, genera grandes frustraciones, puesto que no toda la población tiene acceso a esta mejora. La liberalización focalizada es también focalizada porque no contempla una redistribución. En primer lugar, la mejora es percibida por las élites político-económicas ligadas al chavismo que ejercen el poder a través de las importaciones. A nivel poblacional, quienes aprovechan esta “bonanza” son esencialmente quienes se mueven en el sector privado (emprendimientos, negocios emergentes, empresas privadas) que en su gran mayoría suponen también una gran inestabilidad y una inexistente formalidad, mientras que el sector público gana en bolívares y quedan desplazados de esta opulencia circunstancial, viviendo en condiciones prácticamente de pobreza extrema. El ejemplo más triste y preocupante es el de los jubilados y pensionados, profesores y funcionarios (exceptuando altos cargos).
Por otro lado, como buen país dependiente de la renta petrolera, la percepción de mejora parece descansar exclusivamente en el anhelo del consumo y de su capacidad de consumo. Esto, según Paula Vasquez Lezama (2020) fue profundizado por el chavismo donde el “trabajo” quedó totalmente ausente en su retórica y su discurso estuvo basado antes que nada, en la promesa del consumo. Así pues, la existencia de bodegones, y la vuelta de los productos a los anaqueles, ha sido protagonista de la disminución de la ansiedad de los migrantes inmóviles.
Sin embargo, los cambios estructurales no se han llevado a cabo. No existe un proyecto económico articulado y debido a ello, resulta poco posible que esta situación se mantenga durante el tiempo necesario para una verdadera recuperación del país. Se estima que si el crecimiento económico se mantiene en un 4% del PIB anual -como el que ha tenido lugar durante el 2021-, se necesitarán más de 30 años de crecimiento económico sostenido para poder hablar de una recuperación económica, en función de que el país alcance niveles de una muy cuestionable estabilidad económica, tomando como punto de comparación el año 2013. Lo cual por experiencia resulta poco probable: debido al desmantelamiento de la industria petrolera. Así como también resulta poco sostenible: tomando en cuenta que parte del flujo de dólares en efectivo proviene de la explotación del AMO (y otras actividades ilícitas), moralmente insostenible y a costa del destrozo medioambiental y sociocultural.
En este sentido, el país se arregló si sólo tomamos en cuenta las pretensiones de consumo. Pero si pensamos en otras dimensiones de la crisis venezolana y buscamos observar qué mejoras se han llevado a cabo en otros aspectos de la debacle del país, probablemente nos encontraremos con pocas cosas que decir:
- El chavismo gracias a su aprendizaje autoritario, se ha consolidado y ha afianzado su resiliencia autoritaria. Es decir, existen limitadas y cuestionables libertades económicas, pero no políticas.
- El camino hacia la reconstrucción del Estado de derecho y un Estado de bienestar centrado en las políticas sociales, queda desplazado con el chavismo en el poder, puesto que las instituciones son instrumentos de control del régimen.
- La recuperación económica centrada en la reconstrucción de un sistema productivo nacional, ni siquiera se ha planteado.
- La recomposición de las empresas estatales encargadas de garantizar que la población tenga servicios básicos, no ha ocurrido y por ello no se ha dignificado la calidad de vida de los migrantes inmóviles.
- La sociedad civil está muy de recuperar la confianza en el modelo democrático y participativo y, por el contrario, reconoce la política como autor de sus calamidades, teniendo claro que el Estado ha renunciado a sus responsabilidades constitucionales, como también desconfían de los partidos políticos opositores, quienes han perdido representatividad.
Por otro lado, las tensiones que ha creado esta afirmación “Venezuela se arregló”, me obliga como antropólogo interesado en estudiar la migración inmóvil, a observar desde la lejanía y desde una perspectiva crítica lo que acontece en Venezuela, pasando por la necesidad de otorgar cierta legitimidad a lo que colectivamente se piensa y se dice sobre el país por quienes lo experimentan, es decir, valorando lo que piensa la migración inmóvil sobre su propio contexto. En este sentido, es relevante saber lo que se dice sobre el “arreglo” pero también por qué se dice, como parte de un ejercicio vital de comprender los procesos y las construcciones sociales de las realidades. Y resalto la importancia de valorar esta percepción de la mejora (rechazando la lectura que la desestima), ya que nuestro concepto sobre migración inmóvil, descansa significativamente sobre cómo las personas perciben y valoran sus vidas cotidianas.
La percepción de una mejora del país, no necesariamente supone su arreglo. Pero ciertamente, si la mejora tiene lugar porque las personas dejaron de cobrar 1 millón de bolívares que les permitía comprar solamente una harina pan, una mantequilla y un kilo de arroz, y ahora cobran 45$, evidentemente, las personas señalarán que hay cambios positivos en sus vidas. Estas mismas personas, naturalmente se indignarán cuando algún venezolano en la migración móvil le interpele, diciendo “existen aún demasiadas preocupaciones y retos por solucionar” o cuestione el uso de los dólares lavados para asistir a un concierto de Servando y Florentino en el Hotel Humboldt, o se toma un frapuccino en un Starbucks, que en realidad no es Starbucks. Y se indignarán, porque son personas que dentro de sus estrategias de resistencia, también merecen espacios que les permita aliviar las cargas de ansiedad frente a sus responsabilidades del sostenimiento de la vida (propia y de sus entornos afectivos) en función de forjar una vida que merezca la pena ser vivida.
No obstante, debemos comentar, que es fácil considerar como una “mejora” el panorama venezolano, cuando el punto de comparación, es una crisis humanitaria compleja y multifactorial sin precedentes.
El crecimiento de un 4% del PIB que tuvo lugar este 2021, se enfrenta a la contracción de la economía nacional en un 80% tomando como referencia de partida el año 2013. En este sentido, esta mejora se percibe como un “arreglo”, puesto que la referencia a comparar no es ni más ni menos, que una experiencia colectiva de significativa calamidad, donde se normalizó la contingencia como hecho cotidiano. Lo que nos lleva a un análisis más profundo: entender la mejora actual, como factor posiblemente pasajero, dentro de unas dinámicas de constante cambio. Es decir, necesitamos entender que la relativa mejora no está exenta a su correlativa incerteza. Hemos dicho que esta liberalización focalizada resulta poco sostenible en el mediano y largo plazo. Y la migración inmóvil es consciente de ello, y no lo son por llevar a cabo un análisis fiscal y económico, sino porque claramente reconocen con preocupación los orígenes de las divisas que ahora circulan y permiten experimentar riqueza, como también identifican la incertidumbre y el constante cambio como las únicas cosas estables en sus horizontes, en un contexto de crisis que ha permanecido por más de 9 años.
De la incertidumbre y constante cambio, la migración inmóvil está hartamente acostumbrada, alertada y concientizada, puesto que el cambio constante motivado por la crisis ha sido normalizado, por lo que hay un conocimiento acumulado experiencial de dichos cambios y contingencias. De hecho, me atrevería a afirmar, que el fenómeno de “Venezuela se arregló” es una consecuencia mediática de la normalización de la contingencia, en el sentido de que, ante la experiencia de una relativa mejora sostenida durante un año, la misma se perciba como una novedad fuera de la norma. Es decir, el mantenimiento de más de un año de cierta estabilidad, frente a 9 años de declive, ha resultado la reacción colectiva de asumir y aseverar la opinión -un tanto extrema- del arreglo de la nación.
Por lo tanto y en definitiva, consideramos que la matriz de opinión “Venezuela se arregló” es un instrumento político del chavismo para consolidar su posición, otorgando de manera consciente ciertas y restringidas libertades económicas a la población, y que bien se ha hecho evidente con declaraciones de Nicolás Maduro, donde dice en cadena nacional de radio y televisión: “Vamos a consolidar esta primera etapa de recuperación, de crecimiento y de expansión de las fuerzas productivas de Venezuela, con estabilidad cambiaria, venciendo a la inflación y con generación de riquezas” (El nacional, 2022). No obstante, la mejora económica que las personas perciben en sus capacidades de consumo (aunque no toda la población) les lleva a interpretar la mejora como un arreglo, cuando se deja por fuera otros aspectos elementales que deben ser tomados en cuenta en la reconstrucción del país, los cuales resultan esenciales, tanto como el económico.
Ahora bien, consideramos que si tuviéramos que celebrar una mejora, debemos también reconocer principalmente el esfuerzo de la sociedad civil para que éste sea posible, puesto que ha sido ésta la principal protagonista de forjar nuevas alternativas de futuro (a espalda de la ineficiencia de las instituciones del Estado) en función de forjar nuevas normalidades que permitan a los migrantes inmóviles vivir una vida que merezca la pena ser vivida. Y con ello, es necesario reconocer a: 1)los grupos de vecinos y comunidades que han creado redes de apoyo desde donde se han construido nuevas organizaciones para transformar la urgencia en cooperación, cooperación que se traduce en vida, 2) a los campos sociales transnacionales que han mostrado solidaridad y que han ayudado económicamente con remesas (no solo a sus familiares, sino a conocidos: veamos con relevancia lo que ha supuesto los GoFundMe), 3) a los grupos de civiles que organizados en ong’s y grupos de voluntariados, han ejercido presiones sociales y políticas, como suerte de contraloría social desde las bases. Y así como ellos, existen muchas otras formas de resistencias, las cuales han contribuido a permanecer en Venezuela, pero también a la mejora de las circunstancias más individuales y personales, hasta las mejoras que hoy vemos ocurriendo.
Fuentes:
El Nacional (2022) “Maduro a los migrantes venezolanos: «Vénganse, ya basta de abusos y de xenofobia»” Consultado el 13/05/2022, El Nacional. Sitio web: https://www.elnacional.com/venezuela/maduro-a-migrantes-venezolanos-venganse-ya-basta-de-insultos-y-xenofobia/
Rosales, A. (2021) “Cómo Maduro «liberalizó» la economía venezolana” Consultado el 15/05/2022, Nueva Sociedad. Sitio web: https://nuso.org/articulo/como-maduro-liberalizo-la-economia-venezolana/
Rosales, A.; Jiménez, M. (2021) “Venezuela: autocratic consolidation and splintered economic liberalization” Revista de Ciencia Política, 41 (2). 425-447.
Sutherland, M. (2019) “¿Una dolarización «antiimperialista»? O cómo desapareció el dinero en Venezuela” Consultado el 01/02/2020, Nueva Sociedad. Sitio web: https://nuso.org/articulo/venezuela-Maduro-dolarizacion/
Vásques-Lezama, P. (2020) País fuera de servicio. Venezuela de Chávez a Maduro. Ciudad de México: Siglo XXI.
Velazco, F. (2020) “El Arco Minero del Orinoco. Diversificación del extractivismo y nuevos regímenes biopolíticos” Nueva Sociedad, 274 marzo-abril. Online: https://nuso.org/articulo/el-arco-minero-del-orinoco/